Me enloqueces, me excitas con rozarme, me traes de cabeza las horas solares, me posees en las nocturnas. Juegas conmigo. Lo sabes y te encanta. Y te dejo. No puedes amarme así. No tan bien. Sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras. Y lo haces. No sé decirte que no. No quiero decirte que no. Aunque mi maldita cabeza me martillea a todas horas con que ésta ha de ser la última vez. Pero sé que no lo será. Que el día que no haya una próxima, será porque tú no quieras. Porque, contigo, yo siempre quiero más. Nada es suficiente. Ni los besos, ni las caricias, ni las lenguas, ni las posturas. Ni las horas. Ni las agujetas. Ni los gritos. No me cansas. No me agotas. No me hartas. Pero sí me sacias. Aunque de esa manera en la que incrementas el deseo, las ganas. De esa forma en que nunca pararías y siempre quieres volver a empezar.