Y puede ser que me equivoque, otra vez.
No tengo ganas ni de esforzarme en sonreír. Y me da por pensar; ¿merece la pena? Estar escondida, depender de su felicidad, pasar desapercibida ante sus ojos... todo por el miedo a ser rechazada. Pero, de verdad, ¿merece la pena? Todo en esta vida es arriesgarse, pero a lo único que puedo arriesgarme es a sonreír aún menos. Y eso no lo puedo soportar. Sacaré el valor y la fuerza de donde sea, pero lograré superarlo. No sé ni cuándo ni cómo, pero te lo diré.
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