DREAMS OF A BROKEN LIFE
lunes, 25 de abril de 2011
Llora maricón
Cuando era pequeño y me caía o algo me asustaba, llegaba llorando a casa y mi mamá o quién estuviese me decía no llores maricón, tú eres hombre y los hombres no lloran. Es quizás por esto que cada noche, cuando la ciudad duerme, cuando solo me alumbra la luz de la luna que se desliza entre las persianas, cuando nadie me ve y mi único testigo es la oscuridad y el silencio, rompo en llanto y empiezo a desnudar todos mis miedos. En estas últimas noches las lagrimas caen por si solas y me hago preguntas que durante el día esquivo, que escondo inconscientemente he intento maquillar con una sonrisa.
¿Vale la pena estar lejos de las personas que más quiero? No sé si debería asumir el riesgo de quizás ya no volver a pasar momentos agradables, divertidos y anecdóticos con mi familia… Creo que es un precio muy grande y quizás impagable. Cada noche tengo sentimientos encontrados. Por un lado me siento feliz porque acabó un día más y todos están bien. Por otro lado...
me siento triste por la angustia de saber que pronto empezará un nuevo día lejos de ellos. Puede que estas noches de llantos y tristezas se acaben hoy o se acaben mañana, cada día tengo una inyección de ganas y esperanza con las llamadas de mi enamorada, que gracias a ella duermo más tranquilo y con la satisfacción de saber que tengo todo lo que realmente necesito: amor. Es mi musa y no puedo mentir, también tengo miedo de perderla. A la distancia cosas absurdas se vuelven grandes y te recuerdan que pese a todas las formas que tienes de comunicarte, no hay experiencia igualable a estar frente a frente.
Ahora me siento mal por no haber valorado como se merecen los momentos que estuve con las personas que quiero. Me arrepiento de ser incapaz de lograr demostrar todo el cariño a mi familia, de ser incapaz de llamarlos y decir: “los extraño”, de no haber dicho a mi familia “Los quiero, hasta mañana”, de no haber sido capaz de expresar todo lo que siento por mi enamorada, la amo y fui incapaz de concretar tantas sorpresas y regalos que tuve planeados. Me arrepiento de no haber tenido la valentía para decirle todas las palabras que pensé decir, pero no lo hice porque, de seguro, yo lloraría y si lo hacía, como dicen: “los hombres no lloran”.
Cuando mi cuerpo duerme, mi alma sale a cuidar a las personas que quiero. Va donde mi familia y les dice “gracias por todo”, va donde mi enamorada y le dice “duerme tranquila que yo cuidaré de ti, te amo”. Espero que cuando tenga la oportunidad de estar cerca, la cobardía de expresar lo que siento se esfume y logre conectar mi cuerpo con mi corazón. Mientras tanto cuando mi alma regrese a ser parte de mi cuerpo me verá y dirá: “Sigue llorando maricón”
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